viernes, 30 de noviembre de 2012

Salta, la Linda.

- ¿Seguro que te vas?.
- Si Mamá, quiero irme a estudiar a Argentina, me aburrí aquí.
- Piénsalo un poco más Hijo...
- No Mamá, de verdad me quiero ir.

Y tomó rumbo hacia Salta, Argentina, la verdad es que no era muy tonta la idea, allá se encontraba su Padre y su Hermana, y tal vez la paz que estaba buscando desde hace un tiempo.
Partió de Calama una tarde soleada de Enero de 1988, con solo una maleta y sus sueños bajo el brazo, el bus era en si una aventura, la empresa Atahualpa no era de las mejores, pero solo eso podia costear la Madre, con sus neumáticos cai sin surcos que aseguraran agarre al pavimento, Claudio pensó:
- "Un milagro si llego entero a Salta, y uno mas grande si en esta cafetera logramos cruzar la cordillera, pero vamos, esto es lo que quiero ahora..."
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La vida habíase tornado difícil en el último tiempo, malas amistades le habían llevado a un sinfín de acciones bastante reñidas con las buenas costumbres, una peor que la otra, tanto que estuvo detenido por faltas en varias oportunidades. Así, razonó que lo mejor era alejarse, ir donde no estuviera lo que lo llevaba en malos pasos, y la posibilidad de estudiar en Argentina le sedujo grandemente, allá estudiaba tambien su Hermana Rosario, y quiso enmendar el camino yendo a su lado.
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Lograron cruzar la Cordillera, no sin un par de sobresaltos de poca cuantía, y un par de cajetillas fumadas al apuro del frio, cuando los conductores reparaban la máquina, ya en tierra argentina. 
La terminal de omnibuses de Salta era un torbellino de acentos y equipajes, centro cosmopolita lleno de agencias, pasajeros, mendigos y puestos de comida rápida.
- ¡¡¡Claudio!!!
- ¡¡¡Rosario!!!
Un abrazo selló el encuentro de dos Hermanos en tierra extraña y hermosa, eran años de lejanía que resumió un sonoro beso en su mejilla.
- Te eche de menos chicoca, en la casa nada es lo mismo desde que no estas.
- Tambien te extrañe cabezón, tengo millones de cosas que contarte, vamos a casa, vamos que te hice un arroz con bistec como te gusta.
- Dale.
El colectivo se asemejaba mucho a las micros de Calama, sólo que este parecía haber sido hecho como un homenaje a San Cayetano, lleno de pendones imágenes del Santo en cuestión, y una que otra imagen del Señor del Milagro, quien se llevaba la reverencia del pueblo según se enteró después.
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La "casa" fue un mazazo, era una habitación de paredes lúgubres, pequeña y sin cielo raso, con una pequeña cocina sin vidrios en sus ventanas, y baño común a todos los residentes en un cité de calle Alvarado, una imagen que estaba lejos del hogar donde Claudio imaginaba vivían su Padre y su Hermana, y desde ahi comenzó a entender que ese viaje le cambiaría la vida.
- ¿Y mi Papá?
- .............
- Está trabajando, llega mas tarde, te voy a servir almuerzo, debes estar muerto de hambre.
- Si chicoca, traigo un hambre de salvajes.
Transcurrió el almuerzo entre risas y penas, historias y recuerdos, eran muchas las cosas que compartían cuando estaban juntos, las labores de la Madre hacían que todos se hicieran cargo de las labores de la casa, limpiar, regar, cocinar y lavar se repartian entre los mayores, y el menor hacia las necesarias compras, en el álmacen del Juanito o en la Pulpería de Chuqui, los que se encontraban a pasos de la casa. Toda una pequeña vida hasta que Rosario decidió continuar sus estudios junto a su Padre, y se fué a buscar un futuro mejor.
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